domingo, marzo 26, 2006

37 - LAS RESIDENCIAS

No tiene usted la lepra, tiene un perro.

Bueno, seguro que de pequeño ha ido usted al colegio. Al comenzar el año escolar me imagino que el director reunía a los alumnos en el patio y les explicaba los nobles propósitos de la escuela: dar educación, formar, crear hombre y mujeres responsables, etc., etc. La realidad es que aquella era lo forma en la que sus padres conseguían librarse de usted y dedicarse a hacer otras cosa mucho más importantes; por ejemplo: trabajar. A los perros les pasa algo parecido, sólo que las residencias son los sitios donde son almacenados temporalmente para que sus dueños humanos puedan hacer algo mucho más importante que estarse en casa viendo las posaderas del chucho: divertirse. Basándose en esta triste realidad, no espere demasiado de las residencias caninas: son un almacén de perros. Los servicios que prestan pueden ser muy variados: peluquería, veterinaria, venta de comida y accesorios para animales, y, por supuesto, residencia de perros. La residencia consiste en una pequeña habitación, de tamaño más o menos grande, depende de la que usted escoja y probablemente del tamaño del perro que entregue. Este recinto se cierra con una puerta enrejada. En no pocas de estas residencias todas las celdas son iguales, puede que muy grandes para su pequeña mascota o algo justita para su mastín español. Allí su perro dispondrá de agua, comida, un lecho, sombra y puede que servicio de calefacción. Si su perro está acostumbrado a correr y pasear, desgraciadamente, será muy raro, incluso aunque el dueño le jure sobre la Santa Biblia que lo hace, que durante los días que el can pase en esta institución vaya a salir de su celda. Cagará, comerá, dormirá, llorará y ladrará en su habitáculo hasta que usted vuelva a rescatarlo; si es que vuelve, porque estas residencias no son precisamente económicas y los días felices, de libertad de las vacaciones, pueden llegar a sumar una bonita factura, tan sustanciosa, como para poder comprar un par de perros nuevos, sin estrenar.

Mi consejo es que lo deje en casa de algún amigo o de un familiar que el animal conozca. Busque alguien que esté dispuesto a hacerle este gran favor. Si debe recurrir a una residencia, vaya a una que no ofrezca demasiados servicios dispares y asegúrese de que su perro va a ser sacado de la celda por lo menos una vez al día. No se conforme con la palabra del dueño o empleado del establecimiento. Si usted trabaja de comercial, tiene un familiar comercial o un amigo comercial, entenderá que el negocio es el negocio. Como todo en esta vida, hay residencias estupendas, que no tiene porqué ser ni la más cara, ni la más conocida, ni la más vistosa, y, también ahí, como no, residencias deplorables. Como ya tendrá ocasión de darse cuenta, su perro es un negocio. Para usted puede ser uno más de la familia, pero para mucha gente, cada vez más, es un negocio; y eso que ni siquiera habla para pedir lo que quiere que le regalemos el día de su cumpleaños.