domingo, marzo 26, 2006

10 - CREANDO LA DOMINANCIA

> Primera regla: esta es fácil porque es idéntica en los humanos. El jefe siempre come el primero, mejor y más comida que el subordinado.

Comentario: mucha gente está tan encantada con este pequeñuelo que acaba de llegar, que le ponen suculentos manjares en el cuenco de la comida, lo miran comer y después de deleitarse con tan encantadora escena, se sientan a la mesa a comer ellos, en familia, con la baba cayéndoles de la boca por lo bonito y agradable que es su perrito. Si usted actúa así, está creando una situación de dominancia en su perro, pero al contrario de como debería ser. No se extrañe si al poco tiempo su mimado cachorro le gruñe al verle acercarse al cuenco; no se deja acariciar mientras come, e incluso le exige la comida con descaro, gruñendo o mordiendo.


Actuación: el buen jefe come siempre antes que el perro. El animal esperará pacientemente, tumbado, o sentado, sin molestar, a que llegué su momento y usted le dé la comida. Para asegurarse de que en el futuro no va a ser molestado, impídale acceder a ella hasta que usted dé la orden: come. Mientras come, acarícielo, meta la mano en el cuenco. Si le gruñe, o se muestra violento, cójalo del cogote, levántelo, colóquelo en la posición original, y vuelva a empezar de nuevo. No crea que está siendo cruel, no sea pusilánime o con el tiempo tendrá un San Bernardo de noventa kilos, o un perro cualquiera de veinte o treinta, gruñéndole a usted, o a cualquier otra persona que se acerque a su comida; incluso podría llegar a atacar. Piense en ello y no sea tonto: usted es el jefe. Si lo prefiere: el padre justo y severo que cuida de sus hijos.

¡¡Precaución!!: No abuse del cogote de su cachorro. Tenga en cuenta que es una amenaza de muerte en toda regla. Dosifíquela. Con una en la vida debería tener suficiente. La confianza del cachorro en los humanos se adquiere entre la quinta y octava semana, máximo hasta los dos meses. Tenga cuidado al crear la dominancia. No fabrique un perro cobarde, desconfiado o dependiente de su amo. Dosifique el beso siciliano o dejará de ser tenido en cuenta.

- Segunda regla: esta también es idéntica en los humanos. El jefe no admite que lo molesten.

Comentario: Su cachorro es encantador. Seguro que es el juguete de la casa. Cuando quiere jugar con usted, se lo exige a base de ladridos. Las hembras, igual que pasa con los humanos, tienen especial tendencia a ladrar. Los machos, igual que con los humanos, le gruñirán o pasarán de usted, con desprecio, para al momento lanzarse a la acción. Puede que salte sobre usted, buscando juego, que ladre sobre su cara, incluso que le lama con alegría infinita. Una vez más, nos encontramos ante el desagradable dilema de lo encantador que es este cachorro, y el perro que será cuando crezca, de cuerpo, pues siempre será un cachorro que vendrá a ladrarnos, se lanzará sobre nosotros y nos mordisqueará la mano cuando quiera juego. Lo malo es que el perro adulto tiene un tamaño y una fuerza considerables y después de haberlo visto comer cacas, lamer la entrepierna de las perras del barrio y revolcarse en la bosta de una vaca con la que tropezaron en aquella simpática excursión a la montaña, puede que no le haga mucha ilusión que continúe comportándose como cuando tenía cuatro meses. Sería una pena perderse las cosas buenas de su cachorro pensando en las malas del perro adulto. La elección no es fácil, depende en gran medida de lo que usted está dispuesto a soportar en el futuro.


Actuación: Utilice la astucia. Establezca momentos claros de juego desenfrenado en los que todo está tolerado, que no es lo mismo que permitido, y el resto del día sea recto. Su cachorro, más tarde su perro, debe respetarle, nunca molestarle a su capricho. Si requiere su atención, deberá pedirla, suplicarla, suelen hacerlo con la pata; nunca exigir. Hágale una caricia, no sea brusco, pero si no quiere jugar con él, no lo haga. Entienda que usted le da cobijo, comida, le atiende, le da cariño, lo baña, lo peina y juega con él en determinados momentos; usted proporciona a su perro mucho más de lo que un estado socialista a la antigua usanza dio o estuvo a punto de dar nunca jamás a sus vasallos, y ni mentemos a una democracia capitalista, así que su perro tiene derecho a jugar, sí, pero, ¡cuando usted puede o quiere! Todos los días, aunque sean sólo diez minutos, juegue usted con su mascota y disfrute de ella. No baile al son que le dicte su perro o se encontrará maldiciendo el día en que decidió meterlo en casa; los vecinos le odiarán por los ladridos del animal y usted no tendrá un momento de descanso o de intimidad. Bueno, sí, sí que los tendrá: los que su perro adulto quiera otorgarle. Si su perro no entiende que usted debe ser respetado, enciérrelo diez minutos en la terraza, o en una habitación; ignórelo. No importa que ladre, ya se cansará. La próxima vez preferirá estar tumbado a su lado, mirándole con ojos tiernos, esperando a que usted se decida a jugar.

¡¡Precaución!!: De todas formas, recuerde que su cachorro es como un crío; quiere jugar, procúrele juguetes, algún compañero de juegos y esfuércese un poco, pero sin caer en la sumisión, y hágale caso las más de las veces. Para él, esta etapa de su vida es muy importante. No fabrique un perro depresivo.

> Tercera regla: salvo en caso de guerra, esta regla también es idéntica a la de los humanos. El jefe siempre va el primero.


Comentario: Si su cachorro siempre va delante de usted, entra el primero en las habitaciones o en el ascensor y tira de la correa, es que es un listillo. Esta conducta es un signo de dominancia. Siempre que pueda, aunque usted triunfe en un terreno, su perro intentará imponerle sus reglas en otro. No se deje ganar la partida. Por pequeño que sea su perro, la tracción a las cuatro patas puede crearle verdaderos quebraderos de cabeza, por no hablar de las posibles fracturas cuando acabe con sus huesos sobre la acera, sorprendido por un brusco tirón de su querido amigo. Los lobos avanzan en fila india, se desplazan así porque resulta más seguro. El primero, el rastreador, no tiene porque ser el jefe; camina unos cien metros por delante del resto del grupo y si hay un peligro, o una trampa mortal, será el primero en darse cuenta. Sin embargo, por el propio bien de su perro y el de usted, es preferible que su perro no vaya el primero. Así evitará muchos sustos a sus vecinos y se ahorrará complicaciones innecesarias, pues su perro puede percibir como un peligro aquello que no lo es y lanzarse al ataque.

Actuación: Si está con usted, no deje que el cachorro vaya delante. Ordénele que permanezca a su par, o detrás de usted. Deberá ser lo suficientemente observador para no crearse un perro cobarde o demasiado dependiente. Dé una de cal y otra de arena. Si aprecia que su perro no puede meterse en ningún lío, déjele ir primero, que husmee. Un perro sano y seguro de si mismo siempre sentirá curiosidad. Lo importante no es tanto que usted vaya siempre el primero, intransigentemente, lo fundamental es que sea capaz de controlar la situación y conseguir que su perro permanezca a su lado, o detrás, cuando crea que la situación lo requiera. Sobre todo, que su perro comprenda que usted le permite ir delante, explorar, no deje que él le obligue a ir tras él, a su capricho.

> Cuarta regla: esta es la más desconcertante de todas y no tiene parangón en la especie humana más que en la literatura. En caso de peligro o necesidad, el jefe siempre da la cara.

Comentario: Su cachorro a visto por primera vez un objeto, puede ser un cochecito de niño, una bombona de butano o un peluche abandonado. Entre curioso y asustado, no sabe que hacer. Ladra al objeto en cuestión. Le tiene miedo. Puede que ni siquiera ladre, que busque su protección de inmediato.


Actuación: Ante un peligro, el buen jefe perruno siempre debe demostrar que está dispuesto a cumplir con sus responsabilidades. No es que usted deba hacer de chulo piscinas y andar repartiendo ostias a todo aquello que su cachorro considere una posible amenaza. Si había pensado en golpearse el pecho con los nudillos al estilo de los gorilas, olvídelo, él no lo entenderá. Lo que debe hacer es tocar el objeto en cuestión, demostrarle que el peligro es imaginario, quitarle el miedo, instruirlo. La próxima vez ya no ladrará al encontrarse con un carrito de niño, ni con la bombona de butano. Si el objeto fuese peligroso, lógicamente, deberá instruir igualmente a su cachorro para que sea prudente. Si vive en el campo y se tropieza con un toro de lidia, por muy valiente que sea su cachorro, a menos que sea usted torero y salga a pasear con un capote atado a la cintura, exija a su perro que regrese a su lado; a ser posible, sin el toro tras él.

> Quinta regla: Esta es otra de esas reglas desconocida en nuestra especie, de la que sin embargo se hace mención en los libros religiosos. El jefe es el primero que debe respetar las reglas que él mismo ha impuesto.

Comentario: El día anterior estaba usted tan contento, o contenta, que permitió que su pequeña mascota subiera al sofá, jugó con ella cosa de una hora, salió con varios arañazos, un pequeño mordisco y su animalito llegó a mearse de emoción sin que usted, y ahí obró acertadamente, le reprochara nada. Hoy a tenido un mal día y al regresar a casa descubre a su cachorrillo hecho un ovillo sobre el sofá, el nuevo, el que usted no quería que llenara de pelos y babas. La bronca es fenomenal. Su perro siente pánico, se esconde, si de él dependiera se lo tragaría la tierra. Para su sentido común de animal, está usted actuando como un loco. Probablemente el perro no llegue a relacionar: sofá, con bronca. Si la escena se repite mucho, él la relacionará con: llegada del amo, bronca.

Actuación: Si pretende ganarse el respeto de su perro, no hablamos de miedo, sino de respeto, tendrá que ser coherente. Los excesos y los caprichos se pagan. No vuelva loco a su perro. Si en la casa conviven varias personas, deberán respetar unas mismas reglas o de lo contrario se encontrará con que el perro se porta bien con María, pero hace lo que quiere cuando está con Luís. Téngalo en cuenta porque seguramente ni usted, ni su familia, desean un perro caprichoso y gamberro: impredecible.

Como conclusión: Si sigue estas reglas al pie de la letra, fracasará, pero con un poco de sentido común le serán de gran ayuda para conseguir una buena y pacífica dominancia sobre el perro.