domingo, marzo 26, 2006

17 SEXUALIDAD DEL PERRO MACHO


El perro macho, al igual que ocurre en el hombre, está siempre dispuesto a satisfacer sexualmente a cuantas hembras se le crucen por el camino. Ya habrá notado que el animal se resiste a la hora del baño, esto es porque su olor corporal, unido al de los orines con los que marca el territorio, son su sello. Ya ve que las semejanzas son asombrosas. Algo así pasaba con los hombres hasta que se inventaron las colonias. Lo del baño aún está en proceso de asimilación. Pero continuemos, el perro macho es sexualmente bastante poco sensible; esto también es increíblemente idéntico, pero lo que aumenta extraordinariamente su parecido y simbiosis con el macho humano es que su sensibilidad está centrada al cien por cien en la zona erógena, abarcando también una pequeña parte de la barriga. ¿Se había fijado en que sus amigos siempre acaban apoyando el cubata sobre el estómago? ¿Y qué me dice de los prominentes vientres masculinos? Por si no lo sabía, no son más que una proyección de la sublimación sexual del macho. Pero sigamos con el macho, el de cuatro patas, seguro que su perro se ha puesto cachondo más de una vez mientras estaba sentado, recibiendo una bronca monumental o jugando con usted. Pues igual le pasa al macho humano: son los nervios. Otro paralelismo digno de comentarse es el siguiente: el fin del macho es meramente reproductor y los lametones que da sobre la vulva de la hembra no los hace por placer, forman parte del cortejo; actúa únicamente por instinto, sin pensar. Ya ve que cúmulo asombroso de casualidades. Salvo por la degustación de la sangre de la hembra, la ingesta de orines y el olisqueo de la mierda femenina, aunque no al cien por cien, las relaciones preliminares al coito entre dos perros son plenamente comparables a las humanas. Comprenderá que tener un perro salido es la mejor forma de evitarse el rollo ese de la polinización y las abejas. Ya tendrá su hijo tiempo de entender que una imagen vale más que cien mil polinizaciones. Si su perro vive aislado, sin contacto con otros semejantes, o es demasiado tímido, al igual que pasa con los machos humanos, se lo encontrará pegado a su entrepierna, masturbándose, cada media hora. Esta práctica se diferencia de la del macho masculino por el hecho, del todo envidiable, que su can puede recurrir a las autofelaciones siempre que le venga en gana. En los hombres esta práctica es imposible sin ayuda, o entrenamiento, y no pocos científicos aseguran que sin la existencia de este gran inconveniente la especie humana se habría extinguido hace mucho, mucho tiempo. Sobre esto, circula por Interned una nueva teoría, ciertamente calenturienta, que explica la misteriosa extinción de los dinosaurios. Quien sabe, quizás debamos la continuidad de la especie humana a la falta de elasticidad masculina. A la espera de nuevos descubrimientos, continuaremos describiendo el comportamiento de su perro. En estos momentos lo tiene agarrado con cariño a su pierna, frotándose la barriga y lo que no es barriga. Si no tiene demasiados escrúpulos, déjelo hacer. Lo más aconsejable es que busque un peluche del tamaño adecuado y lo ofrezca a su sufrida mascota. Le costará mucho más barato que la muñeca inchable que guarda en el altillo, recuerdo de aquellos tiempos en los que aún no engatusó a su pareja. Si aún la utiliza, no se le ocurra compartirla con el chucho, ya verá el aspecto que tendrá el peluche dentro de un par de semanas.

Ya sabe que Dios creo la Tierra, los mares, el cielo y a cuantos animales habitan sobre ella, pero se olvidó crear el celibato. La Iglesia Católica le enmendó la plana, es cierto, pero su perro todavía no está lo suficientemente domesticado como para que usted intente imponerle una conducta tan aberrante, más que nada, porque entre los hombres es voluntaria, y su perro va a demostrarle voluntariedades de signo muy contrario. Acepte la condición sexual del animalito con comprensión y o intente inculcarle sus convicciones morales: su perro es completamente amoral. ¿No creerá que los motivos que llevan a su perro a meter la cabeza en su entrepierna, son los mismos que experimenta usted al meterla en la entrepierna de su jefe, o jefa? Lo del perro es puro instinto; lo de usted está mucho más cerca de la tomadura de pelo.