domingo, marzo 26, 2006

19 - EL CORTEJO

El cortejo previo a la cúpula es más o menos el siguiente: uno de los dos llega desesperado hasta donde está el otro, se huelen mutuamente, juntan los hocicos, comienzan a saltar, correr, se ponen la pata encima, juguetean, y en un momento dado, de mutuo acuerdo, si hay más de un perro macho, puede que a la brava, el macho monta a la hembra. Cualquiera que haya estado en una discoteca con música máquina, comprenderá que gracias al progreso, el cortejo perruno es en la actualidad idéntico al de los humanos. El que los perros sean capaces de reproducirse sin música máquina se debe al hecho, constatable científicamente, de que no necesitan un aditivo externo para erradicar el lenguaje del habla, característica indispensable del mundo de las ideas y del pensamiento que distingue a los humanos del resto de los animales.

Ahora que el sinvergüenza del perro tiene cogida a la perra, será mejor que no los moleste. El tiempo que van a permanecer así es variable, puede llegar a la hora. Si es usted mujer, y pasea con su perra en celo, no se sonroje al ver el furor uterino que va a demostrar el animalito, ni la elegancia con la que va a plantar sus posaderas delante de cualquier macho, o la forma, tan graciosa, en la que tumbada boca arriba, abierta de patas, va a jadear y gemir suplicando unos lametones. Es el instinto animal, no se alarme. Ya sabemos que sobre ciertos temas los hombres no creen necesario mentir y las mujeres mienten sin querer. No tache a su perra de salida. Es una perra sana, normal y juguetona dominada por sus instintos; eso es todo.


¿Olvidó salir a la calle con condones? Pues le va a dar igual. A menos que siga pensando en ligarse a la chica aquella que no le hace ni puto caso, y cuyo perro ya ha mordisqueado tres docenas de veces al suyo, por no hablar de ese par de enganchadas a sus propias posaderas, no los va a necesitar. Si alguien le contó el caso de aquella pareja feliz que coincidían todos los días paseando al perrito, a la misma hora, hasta que un buen día, precisamente el día de San Valentín, y más que nada porque hay que ser valiente para arriesgarse al fracaso, él le regaló un ramo de flores, le han engañado. Tal caso no se dio ni se dará nunca. Si se ha dado, espere cinco o seis años a que se tiren los trastos a la cabeza y se divorcien entre insultos y disputas, peleados por ver quien se queda con el retoño de sus queridas mascotas. Advertido queda: si quiere ligar, cómprese una buena moto, un descapotable, juegue a la primitiva, apúntese a un gimnasio, pero, por nada del mundo acepte el martirio de tener un perro para tan improbable, fútil, y aleatorio resultado. Si es usted mujer, puede ahorrase el perro, la moto, el descapotables y los juegos de azar. Vístase de una forma insinuante, no le importe que sus nalgas superen las de un jamón de veinte arrobas, hay gente para todo, y hombres... ya no digamos; frecuente las barras de los bares hasta altas horas de la noche, emborráchese en una verbena, no sea remilgada, y seguro que encuentra algo.