domingo, marzo 26, 2006

1 - EL PERRO. UNA MARAVILLA DE LA NATURALEZA

Tener perro es una de las cosas más maravillosas que nos pueden pasar en la vida. Si usted ha echado en falta alguna vez la presencia de un ser peludo, desvalido, cariñoso y tierno que arranque de cuajo los baldosines del zócalo, los marcos de la puerta, se coma el sofá, la alfombra y orine y cague por el comedor, entonces, por descontado, es que nunca ha tenido un perro. El calor que un perro nos puede proporcionar, en especial cuando mea sobre nosotros, emocionado, es algo que a menos que usted ame profundamente los animales, o le guste practicar la lluvia dorada, nadie podrá hacerle entender con palabras. No piense que odio a estos simpáticos mamíferos. Yo tengo uno y me llevo muy bien con más de una veintena de ellos, lo que ocurre es que este es un libro dedicado a esos locos que barruntan adquirir un perro, lo tienen ya, o están tan desquiciados que incluso habiendo tenido uno, deciden volver a repetir. Y es que muy a menudo habrá escuchado la conocida frase de: te casaste, te enterraste. Pues bien, a poco que esté casado o conozca un matrimonio en profundidad, e incluso superficialmente, se habrá percatado de la verdad que encerraba esa presunción de enterramiento. Así que si usted está pensando en compran un perro, conseguir un perro o regalar un perro, seguro que alguna persona bien intencionada ya le habrá advertido sobre la esclavitud que representa poseer uno de estos peludos animalitos. La realidad es que a menos que pueda usted dedicarle un par de horas diarias, durante los próximos diez o quince años, todos los días del año, llueva, nieve, haga frío o calor, se encuentre usted bien o mal, tenga fiebre, este a punto de coger un avión o de ser operado de apendicitis, entonces, será mejor que medite seriamente sobre la decisión que va a tomar. Si como suele ser lo más frecuente, ya tiene el animal en casa, estudie igualmente si podrá dedicarle tiempo, una hora al día como mínimo. En no pocas ocasiones el perro con el que usted está tan encaprichado acabará siendo paseado por los abuelos, el amigo, el vecino, o tras ser encerrado largas temporadas en una residencia canina, regalado a otra persona; incluso devuelto al vendedor por cosas tan extrañas como:

- ¿Es la tienda de animales? Vera, le llamo porque mi perro está triste. ¿Es qué no tiene garantía? Yo compré un perro alegre, para que me entretuviera. ¿Cuándo puedo ir a descambiarlo por otro?

No estoy exagerando, es una petición real, de una clienta real, incluso con un cerebro aparentemente real, y por eso mismo, la anécdota está sacada de la vida real. Tan real como los niños que te preguntan: ¿qué marca es este perro? A esto yo suelo contestar que mi perro es de la marca SEAT. Entonces el niño se sorprende mucho y te pregunta dónde puede conseguir uno. Lo peor, aunque no parezca creíble, es que los padres son igual que los hijos. Claro que los niños tienen la excusa de la edad, y los padres no. En el caso de los padres, la edad es como una condena que llevan encima para su vergüenza, para demostrar al Mundo lo poco que han sido capaces de aprender en todos esos años de vida, pero, inconscientes de su ignorancia, están contentos consigo mismos. Y evidentemente, esa alegría, se transmite de generación en generación. Cuando me comentan que alguien metió su pequeño perro en el microondas, para secarlo, prefiero no imaginar la escena. Quizás se debería obligar a vender los perros con un manual de instrucciones, como los electrodomésticos, pero como no es así, precisamente por eso es importante que tenga usted en cuenta desde el principio que un perro no es un electrodoméstico, no es un juguete, no es una cosa, no es un esclavo: un perro es un ser vivo, con sentimientos y emociones. En el peor de los casos, muchos perros son abandonados o recogidos por un cazador que tras realizar una pequeña prueba de rastreo, muy bien puede pegarle un tiro por torpe. Con lo fácil que sería ser civilizado y actuar con el animal como con las personas: mandándolo al paro. Así que reconózcalo, está usted metido en un buen fregado, ha introducido en su casa a un ser desvalido, encantador, cariñoso y juguetón, de más o menos edad, que depende por completo de usted y ese animal, pobre bicho, está por completo a la merced de usted y sus caprichos, indefenso. Usted es todo lo que su perro tiene en este mundo. Que es como decir que no tiene nada. Porque, ¿puede ese animal tener un futuro más negro? Tal vez, si usted vive en familia, su perro escogerá a un miembro de ella como su amo, su íntimo, su coleguilla de aventuras y su amigo hasta la muerte. Si no tiene donde escoger, el pobre animal no tendrá más remedio que amoldarse a lo que hay, o sobre vivir hasta que usted se deshaga de él. La relación que va a entablar con su perro puede ser maravillosa, irrepetible, única, decepcionante, traumática o violenta. En un noventa por ciento, el rumbo de esta relación depende por completo de usted. ¿Le parece injusto? Pues no lo es. Estamos dando por sentado que un ser humano normal y sano, es mucho más inteligentes que un perro. Así que supondremos que usted es más astuto, más tenaz, más perseverante, más sabio y más educado que su perro. Ya sé que estoy pecando de generoso y que si usted ha tenido algún perro sabrá de sobras que cualquier animal mamífero de cuatro patas es más astuto, tenaz, perseverante, sabio y fino que usted, pero es que los humanos contamos a nuestro favor con la oportunidad de valernos de la experiencia de otras personas, astutas, tenaces, sabias y educadas, para que la relación hombre-perro, esa relación que en su caso comienza ahora, sea completamente fructífera para ambos. Pero vayamos al principio de las cosas.