domingo, marzo 26, 2006

31 – EL DUEÑO IDEAL. Esa extraña lotería.


Si usted es incapaz de pegar a su perro, lo mima, le consiente todo, se gasta más comida en él que en usted, ha comprado una casa con jardín porque era la única forma de que el pobrecillo estuviese contento, le ha conseguido una pareja porque intuía que estaba algo solo, o sola, y se aburría; entonces, es usted el dueño ideal. Mi consejo es que intente disimular esta realidad a sus íntimos, no digamos ya a sus conocidos, o de lo contrario podrían tomarla con el podre animalito. La envidia es mala consejera. Evite los programas televisivos que traten del tercer mundo, no pase por los barrios marginales a menos que se haya inventado una vida imaginaria y si aún así se siente algo incómodo, como con remordimientos de conciencia, apadrine un niño del cuarto mundo. El consejo más eficaz en estos casos es que piense en Bill Gates, en lo mucho que podría hacer por la gente del tercer y cuarto mundo, no digamos ya por los sufridos usuarios de sus productos, y se convenza de una vez de una cosa: usted no está en la tierra para arreglar los problemas de nadie, ya tiene bastante con los suyos propios, y si los multimillonarios, los banqueros, los políticos y las multinacionales, con todos sus recursos y su “buena voluntad”, no consiguen que el mundo vaya a mejor, ¿de verdad cree que usted puede hacer algo? Si es un poco inteligente, se dará cuenta de que usted no puede hacer nada. Su perro es como uno más de la familia, ¿o no?, y si él vive bien, imagine cómo creerá la gente que vive usted. La mejor forma de subir en la escala social consiste en colmar a su perro de las máximas atenciones. Recuerde: dinero llama a dinero. Pero veamos cómo debería ser el otro dueño, el que sin tener tantos recursos, debe ganarse la confianza y el respeto de su adorada mascota.

Existen tres palabras clave: dominancia, rutina y compañía. Lo más importante para su perro, a menos que quiera vivir con un perro loco e inestable, que es casi como vivir con otra persona, es poseer un referente, un jefe al que seguir, estar dominado, pero no al estilo humano, estar dominado con justicia y con reglas claras. Esto se explica en el apartado del cachorro. Si lo sigue, podrá crear una dominancia sobre un perro adulto siguiendo las mismas reglas que las que se siguen con los cachorros. En cuanto a la rutina, si no puede estar todo el día con su perro, o este debe permanecer largas temporadas solo, los horarios serán fundamentales. Si puede permitirse estar con su perro, codo con codo, los horarios no serán tan importantes, a fin de cuentas, son ustedes como uña y carne; el animal se adaptará rápido a los cambios, tanto o más como usted sea capaz de hacerlo. Si el perro ha de estar mucho rato solo, deberá implantar una rutina para los paseos, las salidas, la comida y seguirla.

Hay perros que sólo comen cuando el amo les pone la comida. Mire bien la cantidad. Lo aconsejable es que le ponga comida dos veces al día. Si usted enseñó a su perro a comer cuando usted le daba la orden, podrá dejarle la comida todo el día. Yo le dejo la comida a mi perro todo el día y él come justo cuando yo acabo de comer. Si por cualquier motivo no estoy en casa, deja de comer. Entonces, cuando regreso, si no ha probado la comida, pico alguna cosa, como si yo comiera en ese momento, y al rato le pongo un trozo de pan o una galleta en la comida y le digo: come. Entonces entiende que debe comer y come. Si no me ha visto comer y le doy la orden, hociquea la comida, la prueba, pero no se acaba el rancho. He llegado a suponer que me deja parte de su comida para mí. Lo normal es que pese a todo esto, cuando el animal tiene hambre, tenga comida a su disposición y pueda saciar el apetito.

¿Necesita cariños su perro adulto? Está claro que sí. Un buen amo pasará la hora de la siesta al lado de su perro, con contacto físico. Es lo que haría él si estuviera en una jauría, y su jauría somos nosotros. Es importante recordar esto: el perro es un animal social, tiene un lugar en el clan, y debemos darle ese lugar en nuestro clan, y ser respetuosos con el lugar que le hemos dado. Si respetamos esa regla, él respetará las nuestras. El dueño ideal, tiene que ser un poco perro. No hace falta que se revuelque sobre una mierda o se rasque tras las orejas con sus zapatillas de deporte, sea coherente, de un espacio a su “familiar” perruno y siga las reglas, eso es todo. Que no es poco.